martes, septiembre 26, 2006

 

Paul Alvarez sueña con Dylan Thomas

Soñé con Dylan Thomas. Yo iba en el asiento trasero de un carro mirando por la ventana a una especie de Mirador. Mami iba delante. Yo iba escuchando las grabaciones de Dylan Thomas sin audífonos. De pronto lo veo, le pasamos por el lado. Estaba pelado bajito y en su cabello tenía gelatina, le brillaba, la camisa era manga larga de color blanco o crema y su pantalón de tela azul marino. Lo veía con claridad. Le dije al conductor que me dejara, que ya llegamos. Nos parqueamos junto a otros carros o troncos. El ambiente se tornó malva, grisáceo.

Soñé que estaba feliz de conocerlo en persona y darte la noticia. No podía perder esa oportunidad. Lo pensaba cuando de la parte delantera del carro sacaba una libreta con lapicero y una cámara desechable de mi bulto y en cada uno de mis bolsillos los fui metiendo. Me despedía del conductor y de mami cuando en ese momento Dylan se acerca a nosotros, se portaba como si ya hubiéramos hecho de antemano una cita. No sonreía.Soñé a mami diciéndole en español que no me dejara tomar bebidas y esto que lo otro y yo diciéndole a mami “él no sabe español, no te entiende,” mami entonces le hablaba más despacio. Dylan la miraba, mami me miraba a mí y luego a Dylan, yo miraba a mami y de reojo a Dylan. Luego nos separamos. Lo impresionante del caso es que había un muro por el cual se tenia que bajar necesariamente por una escalera (lo mismo que te pongas a mirar para abajo en uno de los tantos peñascos del mirador, por ejemplo) y Dylan brincó hacia abajo, cayó en el pavimento y continuó sus pasos sin ninguna dificultad. Yo traté de hacer lo mismo, dar el salto, pero me asusté y admiré la destreza de Dylan. Me fui por la orilla hasta que pude bajar por una parte empedrada menos elevada.

Nos aproximamos a una edificación. La fachada era gigante y tenía aires de ser una Catedral. Alcanzo a Dylan antes de entrar, nos ponemos uno al lado del otro. Estamos parados frente a una taquillera de donde sale una música de violines o pianos. Dylan me dice en español "es Boccaccio" (¿a qué se refirió? Lo ignoro) Yo sólo logro ver unas manos femeninas salir por la ventanilla y pasarle algo a Dylan. Entonces entramos o penetramos. Ya dentro, el movimiento usual de una oficina. Subimos escaleras, pasamos gente apresurada. Entramos al estudio o al apartamento o al rincón que le pertenecía. Había una cocina que pronto desaparecía de mi vista, una salita que tan pronto la miré se convirtió en habitación, no cama, una mesa, algunas sillas. En vez de coger una, Dylan se sienta en el piso. Ahora viste de negro, viste diferente, ahora lleva jeans negros doblados hasta las rodillas como si no se hubiera querido mojar y una camiseta manga corta negra. Tiene el mismo rostro flaco de la foto en la portada de la edición en Español tuya. Saco la cámara desechable de mi bolsillo, me agacho y le tomo una. Dylan, tímido, mira por unos segundos, luego se encoje.

Nos aproximamos a una edificación. La fachada era gigante y tenía aires de ser una Catedral. Alcanzo a Dylan antes de entrar, nos ponemos uno al lado del otro. Estamos parados frente a una taquillera de donde sale una música de violines o pianos. Dylan me dice en español "es Boccaccio" (¿a qué se refirió? Lo ignoro) Yo sólo logro ver unas manos femeninas salir por la ventanilla y pasarle algo a Dylan. Entonces entramos o penetramos. Ya dentro, el movimiento usual de una oficina. Subimos escaleras, pasamos gente apresurada.

Entramos al estudio o al apartamento o al rincón que le pertenecía. Había una cocina que pronto desaparecía de mi vista, una salita que tan pronto la miré se convirtió en habitación, no cama, una mesa, algunas sillas. En vez de coger una, Dylan se sienta en el piso. Ahora viste de negro, viste diferente, ahora lleva jeans negros doblados hasta las rodillas como si no se hubiera querido mojar y una camiseta manga corta negra. Tiene el mismo rostro flaco de la foto en la portada de la edición en Español tuya. Saco la cámara desechable de mi bolsillo, me agacho y le tomo una. Dylan, tímido, mira por unos segundos, luego se encoje.

Detrás de mí aparecen reporteros o turistas y le toman más fotos y hablan sin parar. Yo le quiero hacer la primera pregunta de nuestra entrevista a Dylan, pero cada vez que lo hago el ruido se intensifica. Esto a Dylan, lo tiene sin cuidado. Me le acerco más y le digo "¿de dónde vienen los poetas?" lo repito una vez más para confirmar. Dylan dijo "de Hélice" (¿existe algo que suene parecido? Yo así lo escribí en la libreta) En broma le dije que si venían de las hélices y me dijo que de las hélices no. Lo apunté en la libreta.

El resto lo olvidé o le perdí la pista.

Este sueño bobo te lo mando creo que por la razón que sigue: ayer releí tus Notas de una conferencia sobre Dylan Thomas. Bailan de la mano.Y a la vez que me prestaste tu libro de un negro grueso de Dylan Thomas entre vacilaciones, recomendándome cómo tratarlo sin abrirlo ni doblarlo mucho. Muy Buenos Frank.


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